La diferentes formas geométricas que han adquirido las velas
a lo largo de los siglos no son otra cosa que el fruto del ingenio del ser
humano en la búsqueda del mejor gobierno del barco y poder navegar incluso en
condiciones desfavorales. Así, con el afán de navegar contra el viento,
ciñendo, aparecen las velas de cuchillo, triangulares o latinas: éstas, en
lugar de colocarse transversalmente como las cuadradas, se colocan de forma
longitudinal. Pueden recibir el viento por las dos caras. Se ignora dónde aparecieron
por primera vez embarcaciones impulsadas por estas nuevas velas pero se cree
que su origen, durante el siglo III, sería Polinesia o el océano Índico. De
este último la tomarían los árabes introduciéndola en el Mediterráneo. Se cree
que algunas embarcaciones fenicias portaban velas triangulares. El dromón bizantino emplearía velas
triangulares a partir del siglo VI. Durante el siglo XIII se hace habitual en
el Mediterráneo el empleo de velas latinas.
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